domingo, 29 de enero de 2012

Maestros, Guerreros, Amor por Marzo Yuk Quetzal






Marzo fue el orador elegido por las 32 etnias indígenas en la ceremonia del Fuego Nuevo 
realizada en el Zócalo el día 15 de septiembre del 2010, durante los festejos del Bicentenario de México. 
Y es parte de las voces de la nueva película de vida, YO LO CREO, a estrenarse en mayo 2012, por Santiago Pando

-Nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo-
Mientras seamos capaces de amar solamente a nuestra familia o nación, seremos incapaces de amar a los demás, estamos limitados por los lazos del cariño y de la patria, cuando hayamos roto los lazos de la sangre y nos hayamos afirmando nosotros mismos y nos bastemos, podremos convertirnos en servidores desinteresados de la humanidad, cuando el hombre ha llegado a ese estado, encuentra que ha ganado a todas las familias del mundo, porque todos seran para el sus hermanos, padres, madres, aquienes debe cuidar y ayudar...Todos Somos Uno
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jueves, 26 de enero de 2012

DE LA RAZÓN AL ESPÍRITU...

TESTIMONIO DE UN ECONOMISTA


DE LA RAZÓN AL ESPÍRITU

Siempre he tenido una profunda hambre por entender. Desde niño, sentí una grata satisfacción cada vez que lograba descifrar algo.

Mientras crecía, no me consideraba como alguien inteligente. Sin embargo, el mundo a mi alrededor apreciaba la inteligencia como la más valorada entre las virtudes. Sentía algo especial cuando escudriñaba dentro de mi mente, como una aventura de la que no sentía temor. En algún momento de mi vida decidí hacerme inteligente, explorar el pensar profundamente y descubrir las posibilidades de la razón. No podía tolerar el razonar mientras no fuera completo.

¿Cómo pueden haber versiones opuestas de una misma historia? ¿Cómo pueden personas inteligentes y bien intencionadas estar en desacuerdo? ¿Qué es real y qué es una convicción? Las diferencias y los desacuerdos se me hacían difícil de digerir. No saber exactamente en qué confiar.

Llegué a ser un intelectual porque no confiaba en nada que no pudiera desentrañar con mi pensamiento. Era un escéptico, reacio a aceptar las ideas convencionales sin cuestionar. Me decepcionaba la gente con falta de voluntad para mirar más profundamente. Más que nada, desconfiaba de las creencias religiosas. Para mi, tener una creencia religiosa era aceptar una explicación ajena y así no tener que preguntarse dentro de uno mismo. Tenía la esperanza de que a través de la razón fuera posible descifrar cómo son realmente las cosas.

Quería al menos comprender cómo deben tomarse decisiones que favorezcan el bienestar de la gente. Dentro de mí anhelaba saber cómo tomar mis propias decisiones. ¿Cómo es que tengo que ser?

Decidí estudiar economía, una ciencia social que trata del bienestar de la sociedad, con intenso entusiasmo. Consideraba, en aquel tiempo, que el conocimiento científico económico era en su esencia objetivo, libre de interpretaciones éticas o políticas. Sabía que en su aplicación práctica esto no era así, y que generalmente el capitalismo es favorecido al interpretar la ciencia económica. Yo fui criado durante la dictadura militar en Chile. Mi familia tuvo que salir temporalmente de Chile por razones políticas después del golpe de estado del 73, algunos meses antes de que yo naciera. Aún así, mi convicción de que la ciencia pura era objetiva y no política, me llevó a estudiar un doctorado en Economía en la Universidad de Chicago[1], especializándome en Teoría Económica. Allí encontré muchos que, como yo, creían en el pensamiento puramente objetivo, y que con todo el convencimiento de sus mentes intentaban aplicar el pensamiento económico sin agendas ideológicas.

Tuve que pensar muchísimo, con esfuerzo gigantesco, para estar a la altura del exigente trabajo académico, y además para satisfacer mi propia inquietud intelectual. Quería entender lo que la ciencia realmente dice y lo que no dice.

Profesores brillantes me mostraron que hay mucho trabajo científico de mala calidad, con supuestos poco convincentes, metodologías mal aplicadas o conclusiones que no son interesantes. Es muy común que una receta metodológica de moda sea seguida, sin cuestionar su validez y a menudo sin realmente entenderla. Peor aún, hay también mucha ciencia que se hace "a la medida" para defender una idea preconcebida. Fui más profundo buscando la ciencia más rigurosa. Poco a poco me fui dando cuenta que en todo argumento científico hay una zona gris, ambigua, que el científico habitualmente ignora, o bien arguye a su favor diciendo que "esto es lo mejor que puede decirse, por lo tanto es bueno; decir nada sería peor".

Sin embargo, encontré en el lenguaje matemático de la teoría económica la posibilidad de elaborar argumentos claros y precisos, en principio libres de ambigüedad. Allí cabía la posibilidad de responder seriamente tantas preguntas. Esta posibilidad, junto con la inmensa belleza de las matemáticas en la teoría económica, me seducían fuertemente.

Entonces una dura y prolongada depresión me hizo ponerle atención a mi falta de felicidad, que por miedo nunca antes quise ver. El enfrentarme al sufrimiento intensificó mi búsqueda.

Encontré el Camino Rojo, tradición espiritual de las naciones nativas de América. Viniendo de una vida tan racional, la espiritualidad era algo muy extraño para mí. Yo me consideraba un intelectual moderno, y como tal juzgaba las culturas indígenas como obsoletas e ignorantes. Los custodios de las Tradiciones de la Tierra estaban dispuestos a compartir su sabiduría y su ayuda conmigo. Por fin desperté, y me di cuenta del desastre que yo era, y que despertar es en realidad estar siempre despertando. Me vi lleno de mentiras por dentro y decidí con todo mi corazón que jamás abandonaría la lucha por ser verdadero. El universo me respondió llenándome con la más inimaginable alegría y regalándome la certeza de que todo es posible.


DEL ESPÍRITU A LA RAZÓN

Empecé a ver la vida de una manera completamente diferente. Me fui decepcionando del conocimiento intelectual al darme cuenta que estaba repleto de deseos inconcientes, interpretaciones y ambigüedad. Como yo seguía siendo un académico, batallé por descubrir qué es real dentro de la ciencia económica. En otras palabras, ¿qué puede la razón verdaderamente decir? Invertí mucho esfuerzo en esta tarea… fue una experiencia agotadora. Honestamente no se la recomiendo a nadie. Me atrevo a decir que mucho pensar es dañino para el espíritu. Concluí que lo que el pensamiento económico es efectivamente capaz de decir –libre de interpretaciones ambiguas–  es bien irrelevante. Son las interpretaciones humanas, y no la ciencia, la que lo hacen relevante.

Es al parecer imposible para un científico decir algo significativo que no tenga detrás una interpretación subjetiva, en definitiva la voluntad implícita de creer en algo porque sí.

En realidad, lo desconocido es siempre parte del razonar, de la misma manera que el corazón y las emociones son siempre parte de cualquier comunicación entre seres humanos. Entre científicos convencionales, existe la convicción que las emociones y lo desconocido pueden apartarse a un costado, y que el razonamiento intelectual puede sostenerse por si mismo. Gobernados por esta ilusión, no hay manera de acceder a la sabiduría verdadera.

La ciencia que prevalece en el tiempo no es necesariamente la más beneficiosa para la sociedad, ni tampoco aquella sobre la que hay consenso. Usando la jerga económica, la ciencia que predomina en el tiempo es la que tiene la mayor demanda y la mayor oferta. La ciencia más demandada –vale decir, con mayores intereses políticos y económicos involucrados– tiene mejores posibilidades de transformarse en conocimiento aceptado por la sociedad. La ciencia con mayor oferta –esto es, ciencia que es más fácil de desarrollar, o ciencia cuya belleza intelectual o poder analítico la hace atractiva para los investigadores– tiene mayores probabilidades de ser desarrollada. Observé cómo en su mayor parte el pensamiento científico se mueve siguiendo inercias muy fuertes, como un rebaño donde ninguna vaca sabe realmente a cuál vaca está siguiendo.

El entendimiento de la sociedad moderna acerca de la vida es francamente muy limitado, y absurdamente sobrevalorado. Mucha gente está convencida que la ciencia entiende algo sustantivo, y que lo desconocido está más allá de la "frontera de la ciencia", tan lejos que no puede afectarnos. En verdad es justo al revés: todo el conocimiento científico –ciertamente muy valioso– es como un granito de arena en toda una playa de desconocimiento. ¿Y qué pasa con todas las playas inexploradas? El conocimiento intelectual, con todas las maravillosas enciclopedias escritas por el hombre, es como un juego infantil cuando se contrasta con la sabiduría del espíritu. Vi ese ser infantil en mí pretendiendo poseer la razón, disfrutando de ser "tan" inteligente. Y lo vi en las personas consideradas más inteligentes, aquellos con Premio Nóbel por ejemplo.

A quienes defienden las zonas grises de la ciencia diciendo "esto es lo mejor que puede decirse; decir nada sería peor", yo les digo sinceramente que tantas veces decir nada sería mejor. Por supuesto reconozco las muchas cosas buenas en nuestra vida diaria que resultan de la tecnología y la ciencia.  Personalmente disfruto la belleza que hay en ellas. Pero la excesiva confianza que depositamos en la ciencia causa mucho daño dentro de nuestras mentes, mucho más de lo que me es posible expresar. La única manera en que la ciencia puede ser saludable es con un uso equilibrado de las inteligencias masculina y femenina. Para esto es necesario una conciencia de la sabiduría del espíritu y un reconocimiento de las limitaciones del razonamiento humano.

El uso de la razón humana es intrínsecamente imperfecto e inevitablemente incompleto porque es linear, y el universo no lo es. Estar conciente de esto permite que el razonar sea una experiencia más bella y menos pretenciosa, y le regresa a sus más sencillos y prácticos propósitos reales. La Verdad completa nunca puede ser alcanzada con la razón. En efecto, usando la razón o la ciencia uno siempre puede defender cualquier "verdad" que uno quiera defender. No importa qué tan brillante o bien intencionado, el entendimiento intelectual siempre reduce y encajona la Verdad. Sólo es posible visionar la Verdad con la mente del espíritu. En la mente del espíritu, la comprensión es sin lenguaje y completa. Aquellos que han vivido esto saben sin ninguna duda lo que significa.

Observando lo enfermo del mundo convencional, y la base intelectual que lo sustenta, pensé al principio que las intenciones egoístas eran la principal causa. Pero más tarde entendí que este no es el problema más profundo. El problema fundamental con los principios científico-económicos que sustentan nuestra sociedad moderna no es que hayan sido construidos con codicia o materialismo. Por ejemplo, muchos economistas convencionales tienen honestamente las mejores intenciones. El problema más profundo es estar atrapado en la mente sin la presencia del espíritu, arrastrado por la danza equivocada. Es por esto que cuando gente de negocios o intelectuales son acusados de egoísmo la discusión no es para nada constructiva.

En diferentes maneras la gente ha estado llegando a la conclusión de que no puede haber una única verdad, y que cada persona tiene el derecho a tener su propia verdad. Para mí esta conclusión contiene dos aspectos muy valiosos: primero, respeto a todos los seres humanos; y segundo, conciencia, porque para entender la naturaleza no-objetiva del razonamiento se requiere una auto-observación honesta. Quisiera decir, sin embargo, que aunque a nivel humano nadie posee la verdad, a nivel espiritual La Verdad sí existe, y todo ser humano tiene la capacidad de tocarla.

Reconocer cuánto la sociedad moderna ha sobrestimado su entendimiento de la vida es muy relevante actualmente. Al estar honestamente conciente de las limitaciones de la mente humana, la ciencia y el razonamiento no necesitan ser disminuidos, sino que pueden ser elevados. En este escrito, ofrezco mi intento por elevar un poco el entendimiento de la economía.


LA DISPUTA ENTRE LA VIDA Y EL "PROGRESO"

¿Hacia dónde va la sociedad? ¿Cómo deben tomarse las decisiones?

Mucho se debate respecto a estas preguntas. Por un lado, se observa la destrucción progresiva de la naturaleza; y por otro, el aparente avance en las condiciones materiales de vida de muchos seres humanos. Numerosas respuestas se plantean con la evidente intención de defender intereses económicos o agendas políticas. ¿Pero qué podría decir un intelectual si no tuviese intereses económicos ni políticos ni emocionales involucrados? ¿Qué respuestas podría ofrecer el pensamiento económico per-sé? Más importantemente, ¿qué respuestas puede dar un uso más sabio de la razón?

La ciencia económica estudia en su esencia el bienestar de la sociedad. El bienestar es entendido como el nivel de acceso de los miembros de la sociedad a los diferentes bienes y recursos. Con este concepto de bienestar, la ciencia económica investiga dos preguntas básicas: cómo se distribuyen bienes escasos entre los miembros de la sociedad; y cómo aumentar la cantidad y calidad de estos bienes.

El análisis económico no restringe su atención únicamente a bienes materiales. Puede también incluir bienes intangibles, como por ejemplo el estado de calidad ambiental. La ciencia económica es a menudo criticada por ser exclusivamente materialista, lo cual no es enteramente cierto. Sin embargo, la teoría económica ignora aspectos que importan en lo profundo del corazón, pero que no son reducibles al lenguaje intelectual. Se enfoca en todo aquello que puede ser intelectualizado, ignorando el entendimiento más simple que es posible en presencia del corazón. "No todo lo que puede ser contado cuenta; y no todo lo que cuenta puede ser contado" (Albert Einstein). En esencia, el problema con la ciencia económica no es que sea exclusivamente materialista, sino que es exclusivamente intelectualista.

A pesar de que, en su mayor parte, la aplicación práctica del pensamiento económico en el mundo es cercana al capitalismo, el problema con la economía no es su posición política. La ciencia económica es, en principio, compatible con el socialismo, humanismo o ambientalismo. Pero la solución a nuestros verdaderos problemas no es política. No importa que tan justo o considerado con el ambiente sea el diseño de un sistema político, lo relevante es la presencia de compasión en la actitud de los humanos.

El problema con el pensamiento científico económico tampoco es una falta de inteligencia masculina. De hecho, es altamente poderoso del punto de vista intelectual. Muy a menudo la ciencia económica recibe críticas que intentan develar fallas o debilidades en sus razonamientos, pero estas críticas son fácilmente descartadas por el economista convencional, consideradas como ignorancia respecto a la ciencia económica. Por otra parte, indicar la pobreza ética en su aplicación es muchas veces etiquetada como crítica "pasional", carente de fundamento racional. Centrarse en sus falencias éticas o ideológicas es perpetuar un debate que no es otra cosa que una olimpiada mental. Peor aún, insistir en un lenguaje "serio" de debate es contraproducente, al enpoderar las posiciones intelectuales más frías. Es como alimentar la nube negra que mantiene los corazones dormidos.

El problema con la ciencia económica es la falta de Corazón: por eso es tan dañina. La falta de corazón es la consecuencia inevitable de depositar toda la confianza en la razón y mantenerse ciego a lo limitada que la mente humana realmente es. Por cierto, no es posible convencer a nadie de esto exclusivamente mediante la razón, porque el hombre solamente puede ver lo que quiere ver: por eso es tan poderosa.

La mente humana ha sido entrenada por siglos para ser escéptica –incluso temerosa– de los sentimientos y emociones, y a verles como signo de debilidad. Una parte de este escepticismo puede ser constructivo cuando su motivo es buscar la verdad, cuando alguien ha observado honestamente los hábitos humanos de engañarse a uno mismo y manipular la circunstancia para hacerla auto-conveniente; entonces viene la necesidad de examinar más profundamente, buscando las cosas tal y como son. Pero no es sabio usar únicamente la inteligencia masculina para buscar la verdad. Usar exclusivamente inteligencia masculina se hace en la ignorancia respecto de sus verdaderas capacidades y respecto de la existencia complementaria de la inteligencia femenina y de la sabiduría del espíritu.

Considérese el caso hipotético de un proyecto industrial termoeléctrico a ser construido en frente de un santuario de delfines. Los grupos ambientalistas argumentan que el proyecto es ilegal y que viola las regulaciones ambientales. Esta estrategia es defectuosa porque supone que las leyes y regulaciones son las correctas. Pero está equivocada por una razón más profunda: se deposita la responsabilidad de cuidar de la vida en el estado, a través de las normas provenientes de las instituciones de gobierno. De esta manera, se redime a los seres humanos de su responsabilidad individual como guardianes de la vida. Un estado paternalista no ayuda a despertar nuestra propia responsabilidad. Así por ejemplo, mientras se encuentre una manera de explotar y destruir que sea legal esté todo bien.

Para apoyar su caso, los activistas presentan un argumento racional y proporcionan evidencia científica. Pero con la ciencia o con la razón siempre es posible defender lo que sea que uno quiera defender, de manera que aquellos que conducen el proyecto hacen lo mismo, presentan argumentos racionales y ciencia para apoyar su caso.

Algunos activistas ambientales denuncian corrupción: intereses políticos o económicos que estarían influenciando para que el proyecto se apruebe. Pero la corrupción no es el problema más profundo que tiene este proceso de toma de decisión. Aún suponiendo que no existe corrupción de ningún tipo, la decisión ideal e imparcial intentará contrastar las ventajas versus las desventajas, buscando el mayor beneficio neto para la sociedad. Como resultado, el proyecto termina aprobándose con el requisito que sea construido en una locación que mitigue el daño a los delfines.

¿Se supone que estemos satisfechos con este resultado final? Yo digo que no. La contaminación del agua y la destrucción ocurrirán de todos modos. ¿Cuántos lugares nos quedan disponibles para seguir destruyendo? El argumento implícito es algo así como: "nuestras ciudades necesitan electricidad, así que tenemos que producirla de una manera o de la otra". Dado que este argumento es razonable, los activistas se ven obligados a contestar: "tenemos otras fuentes de energía, debemos buscar maneras más limpias de generar electricidad". Este argumento también es razonable, pero no llega realmente al centro del asunto. En realidad, cualquier manera de generar electricidad es costosa, ya sea financiera o ambientalmente. Así que esta discusión nunca llevará a una solución completa y de largo plazo. Este es la limitación del razonamiento lineal.

El espíritu de un ser humano puede fácilmente distinguir aquello que lleva a destrucción de aquello que lleva a la vida y a la creación. Destrucción y creación no pueden transarse la una por la otra. No hay manera de resolverlo intelectualmente –la avenida intelectual está agotada. Para encontrar la respuesta, es necesario mirar dentro del corazón, y esto es necesario hacerlo sólo en el momento en que es necesario hacerlo.

En todo este proceso, muchos recursos físicos y emocionales son desperdiciados. Al final, la manera intelectual de argumentar es enpoderada y perpetuada como el único método legítimo de tomar decisiones. ¡Qué pérdida de energía! La evidencia científica no es necesaria para ver la destrucción. No hay manera de confundir los ojos de un espíritu despierto. Es mejor estar activo con el corazón. El activismo conducido a través de leyes, ciencia y razonamiento es co-responsable por la manera en que van las cosas hoy en día, puesto que acepta estos métodos.

Actualmente, existen muchas situaciones como la recién descrita donde vida y destrucción están en conflicto. Aquellos en la cima del sistema social, muy sofisticados intelectualmente pero desconocedores de una manera más sabia de razonar que equilibre las inteligencias masculina y femenina, defienden la necesidad de desarrollo y progreso material con la fría razón (y muchas veces lo hacen con sinceras buenas intenciones). Por otra parte, gentes simples, habitualmente menos sofisticadas intelectualmente pero más abiertas de corazón, están levantando sus voces a favor de los desprotegidos, las futuras generaciones, las maravillosas de la naturaleza o la belleza de las culturas en proceso de extinción.

El razonar es la habilidad que más desarrollan los intelectuales de corazón dormido. La gente simple normalmente tiene menos acceso a educación convencional; a la gente abierta de corazón les importa más estar felices momento a momento. Por ende, sus destrezas para razonar no están típicamente tan desarrolladas. En consecuencia, están en desventaja en la batalla intelectual, y no es sorprendente que pierdan en la absurda competencia sobre quién posee la razón. A veces los veo haciendo grandes esfuerzos para desarrollar sus argumentos en los estándares de inteligencia masculina de los intelectuales de corazón dormido, pero honestamente rara vez lo logran. La competición por tener la razón es como un deporte, a los más habilidosos y más entrenados les va mejor. Pero, ¿es nuestra intención ganar una competencia intelectual? ¿O acaso queremos, desde el centro de nuestro corazón, favorecer la continuidad de la vida? Hacer esta distinción es un acto honesto de conciencia, y la conciencia es más poderosa que la razón.

Siendo un científico me pregunto ¿por qué necesito "razones" para defender mi amor por la vida? ¿Por qué necesito desperdiciar energía en razonamientos sin fin para decir que amo la vida y que no acepto más destrucción?

Para lograr un cambio, necesitamos llegar al corazón de todo el asunto.  Sería buenísimo tocar, con mucho afecto y compasión, el corazón de la persona de enfrente, y ayudarle a recordar el amor por la vida. Algunas veces esto ocurre, pero sabemos por experiencia que es bien difícil, excepto cuando esta persona está dispuesta a recordar. Sin embargo, aún es posible alcanzar el corazón de la vida en la situación presente, escuchar este corazón, y hablarle a este corazón diciendo "yo amo la vida y no tolero esta destrucción". Eso es todo, no hay nada que discutir. Intentarlo, y no esperar nada porque en el corazón de la vida no hay nada de qué preocuparse.


RUMBO EQUIVOCADO DE LA CIENCIA ECONOMICA

Debido al uso desequilibrado de la inteligencia masculina, existen cuatro errores fundamentales en la ciencia económica.

  1. Percepción equivocada del bienestar humano.

Todo análisis económico considera que el bienestar de la sociedad (y del individuo) está determinado por el nivel de acceso a bienes. El énfasis se pone en aquellos bienes materiales o cuantificables. Se da por hecho que "más es mejor": supuestamente no podría ser que un mayor nivel de acceso a bienes materiales pueda dañar el bienestar de los individuos. En realidad, hay mucha infelicidad entre la gente rica. Existe profundo sufrimiento especialmente en los países más ricos. ¿Es realmente una buena idea que los países pobres tengan como su principal objetivo llegar a ser países desarrollados? ¿Acaso son los países desarrollados un buen ejemplo de sano bienestar? ¿Tenemos un concepto sabio de desarrollo?

La riqueza material que ofrece la Madre Tierra es por supuesto bienvenida y agradecida, no tiene en si misma nada de malo. Ojalá sea la mayor posible para todos. Sin embargo, bien poco tiene que ver con nuestra verdadera felicidad; la insistencia en poner tanto énfasis en el bienestar material tiene consecuencias graves para nuestra verdadera felicidad. La verdadera felicidad es interior, es independiente de las circunstancias en que uno vive, o bienes a los que uno accede, sean estos materiales o de cualquier tipo. La verdadera felicidad es esencialmente no intelectual, sino una experiencia.



  1. Mirada antropocéntrica de la vida.


La ciencia económica, tal como toda la ciencia occidental, es antropocéntrica. Es decir tiene al humano como centro y todos los otros habitantes de la Tierra como secundarios. Cuando los economistas discuten bienestar, es el bienestar de los humanos únicamente. La economía sólo asigna valor a aquello a lo que los humanos dan valor. En principio, el bienestar de los delfines puede ser indirectamente incluido en un análisis económico, toda vez que los individuos humanos bajo análisis valoren los delfines, y que por ende su bienestar sea afectado por el bienestar de los delfines. Mas tal valoración mental, sin importar qué tan cuantiosa, nunca alcanzará el respeto que otro ser merece. El punto es entender, con el corazón, que nuestros familiares en la naturaleza son valiosos porque son parte de la sagrada creación, y no porque a nosotros humanos se nos ocurra valorarles.

  1. Idealización del comportamiento racional.

El pensamiento económico convencional idealiza el comportamiento racional. Por un lado, la mayoría de los modelos económicos estudian la sociedad suponiendo que los individuos se comportan de una manera completamente racional. Este enfoque permite la construcción de modelos muy claros, precisos y analíticamente poderosos. Los defensores de estos modelos no postulan que los humanos en la realidad se comporten de manera completamente racional, sino que los modelos de comportamiento racional son modelos interesantes para entender el mundo porque explican relativamente bien los datos empíricos (lo cual es cuestionable). Por otra parte, se considera que el ser humano ideal es aquel que corresponde al paradigma racional de comportamiento. Esto es, la racionalidad se toma como una característica ideal del comportamiento humano. Por ejemplo, se espera que a medida que la humanidad progrese su comportamiento se acerque cada vez más a ser completamente racional. Esto nunca se argumenta explícitamente, más bien es considerado tan obvio que ni siquiera se somete a discusión.

Existen muchas graves consecuencias. Por ejemplo, el estudiante de economía puede convencerse que para ser exitoso en la vida es necesario ser racional, y que mientras más inteligente y racional sea, más exitoso y feliz será. Naturalmente, pondrá toda su atención en su mente y dedicará su mayor esfuerzo a desarrollar inteligencia masculina, por tanto desequilibrando dañinamente los demás aspectos del ser. Así, juzgará –con buenas intenciones– que  la gente pobre necesita "educarse" y desarrollar su racionalidad para ser más feliz.

En mi experiencia impartiendo clases en salas de universidad, observé que los estudiantes ansían que la ciencia económica les diga cuál es la manera "correcta" de tomar decisiones; esto es, cómo hay que actuar. Ningún argumento científico ni racional podrá jamás hacer eso. Solo una persona despierta sabe cómo actuar, tomando responsabilidad por sus propias acciones, y no delegando la responsabilidad en la ciencia o en alguna creencia "racional".

El comportamiento puramente racional simplemente no es real. Por ejemplo, para que el comportamiento sea racional, las decisiones deben ser consistentes, es decir, no estar sujetas a contradicciones entre si. Quien se conoce a si mismo sabe que no es nada difícil encontrar múltiples contradicciones en nuestro comportamiento.

A veces después de tomar una decisión, me di cuenta que existía una alternativa mejor que no pude ver al momento de tomar la decisión. De hecho esto ocurre naturalmente, y no tiene nada de malo. No es necesario volverse más inteligente para reparar esta posibilidad de error. Vale la pena entender las limitaciones de la inteligencia humana –y la inmensidad de la sabiduría del Movimiento Sagrado- para soltar la dolorosa obsesión por tomar siempre la mejor decisión y nunca equivocarse.

Cuando uno se enfrenta a una situación en la que quiere tomar una decisión racional, a menudo ocurre que para lograr un conocimiento mínimo respecto a las consecuencias de cada alternativa y luego evaluar qué es lo más deseable, un gigantesco esfuerzo mental es necesario, y muchas veces ni siquiera después de todo el análisis se llega a conclusiones claras. ¿Valdrá la pena tratar de ser tan racional e invertir tanta energía vital en pensar?

Usualmente se acusa a la gente con espíritu despierto de ser idealista, utópica o poco inteligente. Qué más idealista y utópico que un ser humano completamente racional? No puede ser muy inteligente pretender ser racional en contra de la propia felicidad. En verdad, el sentido común es el suficiente uso de nuestra mente que ayuda a guiar nuestro comportamiento.

Muchos sicólogos y economistas se han dado cuenta de lo absurdo del paradigma racional. Han argumentado en numerosos estudios empíricos cómo la gente se comporta de manera consistentemente irracional, y se ha creado una literatura en la academia conocida como Economía del Comportamiento, que básicamente intenta proponer alternativas al paradigma racional, incorporando en sus modelos limitaciones sicológicas al comportamiento racional. Algunos han sugerido que el ser humano tiene una racionalidad limitada, es decir no infinita. Hay modelos que consideran, por ejemplo, que el ser humano tiene una aversión sicológica a equivocarse, y que ello lo lleva en ocasiones a actuar de manera no racional. Otros han propuesto que una parte del cerebro es la encargada de planificar las decisiones hacia el futuro, en tanto que otra parte del cerebro toma las decisiones inmediatas, y que de allí nace la inconsistencia en nuestro comportamiento, por ejemplo cuando alguien planifica una dieta y luego no la cumple.

Todos estos modelos proveen alternativas al paradigma racional, pero siguen siendo modelos intelectuales del comportamiento humano. Paradojalmente, el problema es que al hacerse un poquito más reales que el idealista paradigma racional, estos modelos pierden muchísimo poder analítico. Sus conclusiones y su aplicabilidad son menos generales. Los defensores del paradigma racional de comportamiento responden que para criticarlo, es necesario proponer una teoría igualmente poderosa. ¡Pero esto no es posible! Sencillamente no está en la naturaleza del comportamiento humano la posibilidad de reducirlo a un modelo intelectual.

En resumen, es absurdo para un individuo procurar ser completamente racional. Es imposible y además es contrario a la felicidad. También es imposible pretender desarrollar un modelo intelectual que pueda efectivamente describir el comportamiento humano tal cual es. La avenida intelectual está agotada. Si lo que queremos es elevar nuestro entendimiento de manera significativa, el mero pensar no producirá ningún avance.

Veo gente simple, humilde, frustrada porque no tienen acceso a educación convencional de elite, y la sociedad les ha estado diciendo que son ignorantes y que les falta inteligencia. Rara vez reciben este mensaje de forma explícita, pero está incrustado en el sistema de valores culturalmente aceptado. Honestamente espero que la inteligencia masculina y la acumulación de conocimiento dejen de ser usadas para crear rankings de seres humanos. Honestamente espero que la gente simple pueda darse cuenta de que no es la educación convencional lo que les devolverá su paz y su felicidad, a pesar del privilegio que disfrutan aquellos que sí acceden. Honestamente espero que aquellos con acceso a educación convencional de elite puedan entender esto también, y darse cuenta que la inteligencia y el conocimiento no son virtudes reales, y que la sabiduría y la compasión sí lo son. Una persona sabia sabe que todos los humanos son igualmente valiosos. Una persona compasiva no puede estar demasiado cómoda en una posición de privilegio cuando otros sufren o padecen miseria.




  1. Legitimización inevitable del egoísmo.


El pensamiento científico económico, de una manera u otra, legitimiza el egoísmo como determinante fundamental del comportamiento humano. Tanto bajo el Paradigma Racional como en las alternativas propuestas por la Economía del Comportamiento, el ser humano se considera como un individuo que toma sus decisiones de acuerdo a lo que es más deseable para sí mismo. "Tomo mis decisiones a fin de aumentar mi felicidad".

¿Qué pasa si consideramos un modelo racional con individuos compasivos, no egoístas? Individuos que, al tomar sus decisiones, tomen en cuenta el bienestar de otros o el impacto sobre la naturaleza, y a la vez actúen de acuerdo al paradigma racional. Estos modelos existen, pero no son buenos modelos. Interesantemente, la inclusión de altruismo a un modelo de paradigma racional también implica pérdida de poder analítico, tal como la inclusión de límites sicológicos a la racionalidad. El modelo se debilita, pierde generalidad y queda sujeto siempre a cuestionamientos, pues no existe una forma única y convincente de modelar el altruismo.

En realidad, todo intento de incluir altruismo dentro de un modelo intelectual de comportamiento es una manera disfrazada de egoísmo, porque no puede escapar el paradigma: "tomo mis decisiones a fin de aumentar mi felicidad". No importa que el bienestar de otros o de la naturaleza esté de alguna manera incluido en el bienestar del individuo, mientras el individuo esté en definitiva buscando su propia felicidad individual. Por ejemplo, hacer un regalo con la expectativa de sentirse bien consigo mismo no es realmente un regalo. La verdadera generosidad es incondicional. La verdadera compasión no es procurar hacer a alguien feliz con la expectativa de que su felicidad aumentará la mía. La compasión no puede ser intelectualizada dentro de un modelo, al hacerlo pierde su esencia.

En conclusión, cualquier intelectualización del comportamiento humano pasa por aceptar y legitimizar alguna versión de egoísmo como motivo primario.

Por otra parte, el paradigma racional-egoísta es ideal del punto de vista académico. El modelo es muy atractivo porque es poderosísimo analíticamente. Funciona demasiado bien, en teoría. Todas sus ecuaciones se resuelven limpiamente, con belleza, casi me atrevería a decir con magia. Genera una manera auto-contenida de modelar la sociedad que parece ser intelectualmente completa. Por eso ha tenido tanta aceptación históricamente, no solo por su conveniencia política o ideológica. Es triste que los humanos depositemos toda nuestra confianza en lo que parece tener un mayor poder intelectual, y no en lo que tiene más sentido del bien común.

Por cierto, existen severas y muy comunes mal-interpretaciones de esta teoría. Adam Smith, uno de los más influyentes fundadores de la economía clásica en el siglo XVIII, argumentó intuitivamente que el egoísmo como motivación del comportamiento de los individuos conlleva al mayor bienestar de la sociedad, gracias a la famosa "mano invisible" que opera a través del mercado. Lamentablemente, esto ha sido malinterpretado históricamente como que es una buena idea actuar egoístamente. De acuerdo a esta interpretación, si a uno le interesa el bienestar material de la sociedad, lo mejor que puede hacer es tomar sus decisiones basadas en su interés individual. "Le hago un mal favor a la sociedad si trato de actuar a favor de la sociedad en lugar de actuar de acuerdo a mi interés personal".

Es increíble como la sociedad moderna capitalista aceptó esta idea como un hecho científico, supuestamente objetivo, cuando en realidad es solamente una interpretación humana. Para ver que este entendimiento está equivocado, la inteligencia femenina es suficiente: ¿cómo es posible que el egoísmo conlleve al mayor bienestar de la sociedad? Con toda certeza, sencillamente no se siente correcto.

A continuación, usaré teoría económica para argumentar que esta interpretación está completamente equivocada. Hago esto para mostrar que la inteligencia femenina y la masculina no están en desacuerdo, y que no hay necesidad de tener un conflicto entre ellas. Mi esperanza es que quienes confían en sus sentimientos no sean pisoteados por el mal uso de la inteligencia masculina. Es necesario saber que el uso humano de la inteligencia masculina, sin importar cuán poderoso parezca, está simplemente equivocado mientras esté en desacuerdo con la inteligencia femenina.

Gracias al lenguaje matemático presente en la Teoría Económica de hoy en día, es posible decir claramente y con rigurosidad lo que Adam Smith intuitivamente observó y llamó "la mano invisible". Esto se llama El Primer Teorema[2] Fundamental de la Economía del Bienestar. En términos sencillos, este teorema dice: "si los individuos de una sociedad son racionales y egoístas, entonces la asignación de recursos que resulta de un mercado ideal[3] es eficiente". Eficiencia básicamente quiere decir que ninguna oportunidad para mejorar el uso de los recursos está siendo desperdiciada. En otras palabras, suponiendo que los individuos se comportan de manera racional-egoísta, el mercado es un buen mecanismo para asignar recursos de acuerdo al criterio de eficiencia. A propósito, la eficiencia no es el único criterio que a uno le pueda interesar para evaluar que tan buena es una asignación de recursos; por ejemplo, a uno pudiera importarle alguna medida de justicia en la asignación de recursos entre los diferentes miembros de la sociedad.

Ahora, si consideramos un modelo con individuos racional-altruistas, entonces puede mostrarse que el mercado no necesariamente es un mecanismo eficiente de asignación de recursos. No hay nada malo en esto; solamente quiere decir que los mercados no son buenos para generar asignaciones eficientes cuando los individuos son racional-altruistas. Tal vez exista un mejor mecanismo de asignación, o tal vez no nos importe tanto la eficiencia después de todo. Para evaluar el bienestar de la sociedad, a mí como economista me importa mucho más la compasión como motivación de los seres humanos que la eficiencia en la asignación de recursos.

Más aún, recuérdese que un individuo racional-altruista no es realmente un ser completamente compasivo y no-egoísta. Si nos deshacemos completamente de la manera intelectual de mirar el comportamiento humano a través de modelos, es posible tener un entendimiento más profundo y no intelectual de la compasión. Entonces, puede verse que con compasión no es posible que haya ninguna ineficiencia.

La conclusión absolutamente equivocada es decir: "individuos con preferencias altruistas conducen a ineficiencia, por lo tanto la sociedad estaría mejor –'sería más eficiente'- si su comportamiento se transformara a egoísta". Puede demostrarse que está conclusión esta equivocada por muchas razones técnicas, pero no voy a entrar en más detalles.

En resumen, no existe ciencia que pueda usarse seriamente  como base para convencer gente que cambie su comportamiento ético, ni mucho menos para apoyar la idea de que el egoísmo es mejor para el bienestar de la sociedad. Tristemente, veo que este fenómeno ocurre implícitamente en muchas salas universitarias. Por ejemplo, muchos estudiantes de administración de negocios están convencidos que la ciencia económica declara que las empresas deben tomar sus decisiones con el fin de maximizar beneficios netos. Así, llegan a su vida profesional creyendo que la ciencia económica apoya que las empresas sean dirigidas egoístamente. No tengo nada en contra de buscar obtener beneficios netos, pero esta es una decisión ética cuya responsabilidad es personal. No es una conclusión de la ciencia.

No hay nada irracional, por ejemplo, en una empresa que sacrifica beneficios netos a fin de mejorar el bienestar de los trabajadores o para proteger un río, más allá de lo necesario para cumplir con regulaciones y de lo conveniente para propósitos de imagen corporativa –en otras palabras, porque honestamente le importa. (¡Incluso si fuese irracional no tendría nada de malo!). Algunas empresas hoy en día se han percatado que es conveniente para su posicionamiento y para los beneficios netos de largo plazo actuar de manera socialmente responsable; tal mejora es muy bienvenida, pero no significa actuar sin egoísmo si todavía es basado en la auto-conveniencia.


MÁS REFLEXIONES

El intelectual economista observa la sociedad y ve egoísmo como la norma. Estudia el egoísmo y su estudio es muy fructífero: pulcros modelos, poderosas conclusiones. Observa también que evidentemente la sociedad no es indiferente ante la pobreza o ante el deterioro del medio ambiente, que la gente de una manera u otra tiene intereses altruistas. Por tanto estudia el altruismo, pero su estudio no produce buenos frutos. Así, el altruismo queda a un costado, considerado menos atractivo intelectualmente.

Tal como en muchas otras situaciones, el uso desequilibrado de la inteligencia masculina propicia una manera de proceder basada en la separación. Por una parte, se considera que los temas "centrales" de una sociedad moderna, tales como los negocios y el desarrollo de un país, son asunto de la ciencia económica, y su vez el paradigma racional-egoísta es la metodología reinante para entender el comportamiento humano.

La felicidad de la gente es vista como algo separado, a ser tratada por otras disciplinas como la psicología o la sociología. Pareciera ser obvio que los países necesitan progresar, así que economistas y políticos debieran tener como su prioridad el desarrollo económico, y dejar que otros se ocupen de la felicidad. ¿Pero cómo está el desarrollo económico realmente afectando la belleza de la vida y la auténtica, profunda felicidad de la gente?

La preservación del medio ambiente es vista como otro tema separado, del cual se ocupan principalmente las ciencias naturales. ¿Pero cómo está el desarrollo económico realmente afectando la capacidad de que la vida continúe? Mientras el ambiente sea visto como un tema separado, nunca habrá una solución real. El medio ambiente no es un tema de políticas públicas. El ambiente –la naturaleza- está alrededor nuestro en cada momento, en cada acción de nuestra vida.

El hombre de negocios, por ejemplo, a menudo separa lo que es negocio de lo que es compasión. Maneja sus empresas a fin de obtener la mayor utilidad posible, tal como en los libros de economía. Luego destina parte de su riqueza a instituciones de caridad o de protección del ambiente. Su generosidad merece respeto, pero en verdad nada puede separarse. En cada una de nuestras decisiones, en cada instante, estamos afectando la felicidad de cada ser y la hermosura de la vida.

El economista con sensibilidad advierte la inequidad en la distribución de la riqueza material y dedica gran esfuerzo a estudiar políticas públicas que la mejoren, evidentemente con resultados muy exiguos. ¿Cómo podría mejorar la distribución de la riqueza si los más ricos no están dispuestos a ser menos ricos? Por sentido común, la solución no podría estar en las políticas públicas sino en la actitud de los individuos. Es más, la distribución desigual de la riqueza no es realmente un problema. Los problemas reales son la codicia, el abuso y la envidia, y el sufrimiento de quienes padecen la miseria. Si no hubiese codicia, abuso, envidia ni miseria, una distribución desigual de la riqueza no tendría nada de malo.

El economista con sensibilidad percibe el deterioro del medio ambiente, y de nuevo espera encontrar las respuestas en una mejor regulación que proteja el ambiente. El medio ambiente dejará de deteriorarse sólo cuando los humanos recuerden su profundo amor por la vida. Sin esta memoria ni siquiera son capaces de reconocer la destrucción frente a sus narices.

En la ciencia económica, se ha estudiado extensamente las posibles maneras de resolver las llamadas "imperfecciones" de mercado, tales como externalidades, asimetrías de información o monopolios, a través de políticas públicas como impuestos y subsidios. Las soluciones que es posible proponer nunca son realmente satisfactorias. Solo con la ayuda de supuestos poco convincentes es posible obtener, en el mejor de los casos, una mitigación del problema. No obstante, si los seres humanos fueran compasivos, y no egoístas, no existiría ninguna "imperfección de mercado", todo funcionaría bien tal cual. Por lo tanto el problema no es la imperfección de mercado, sino el egoísmo en si mismo.

No existe una solución política. Las políticas públicas son bien inútiles. Las cosas solo pueden mejorar significativamente con el despertar de los corazones de la gente. Por ejemplo, no importa cuántas leyes o normas culturales tengamos en contra del racismo, si todavía somos racistas en nuestros corazones y sencillamente lo escondemos mejor. No importa que escribamos en nuestra constitución y en nuestras leyes que hombres y mujeres deben tener los mismos derechos, si los hombres continúan maltratando a las mujeres en sus corazones.

Es cierto que hoy en día la mayoría de los humanos se comportan de manera profundamente egoísta. Las motivaciones egoístas detrás de sus actitudes son habitualmente inconcientes y escondidas por justificaciones mentales. Sin embargo, el hecho que el egoísmo sea lo que se observa, lo estándar, no significa que deba quedarse así. El hecho de que toda intelectualización del comportamiento humano tenga el egoísmo como motivación primordial (sobre todo la más poderosa analíticamente), sólo ayuda a legitimizarlo como lo normal, y a perpetuar el olvido en que vivimos respecto al propósito verdadero de vivir.

¿Cómo toma el ser humano sus decisiones, entonces, si no es para buscar su propia felicidad individual? La única manera de encontrar felicidad individual es vivir buscando la felicidad para todos.

Hay quienes defienden la manera en que la sociedad moderna está basada en principios económicos egoístas porque, aparentemente, la escasez no nos deja otra alternativa. Consideran la escasez como una realidad física. Por tanto, aquellos de nosotros que deseamos construir una manera de vida no egoísta nos vemos obligados a preguntarnos, ¿existe comida suficiente para todos? ¿Existe suficiente agua? ¿Suficiente espacio? ¿Suficiente energía?

Algunos se basan en evidencia científica para argumentar que actualmente existen suficientes recursos para la humanidad. Por ejemplo, de acuerdo a ciertos cálculos científicos, la energía que recibimos del sol es mucho más que suficiente para cubrir los requerimientos energéticos de toda nuestra civilización. Pero como éste es un argumento científico, está sujeto a interpretaciones y debate, y muchos científicos pueden ser escépticos al respecto.

En efecto, existe suficiente para todos; pero esto no es una realidad científica, sino una realidad sagrada.


[1] La Escuela de Economía de Chicago es reconocida como cuna de la ideología capitalista. Tuvo fuerte influencia en Chile durante la dictadura militar de los 70s y 80s.
[2] Un teorema es una proposición que está demostrada por la lógica matemática, en el contexto de un modelo teórico.
[3] Mercado ideal quiere decir, básicamente, en ausencia de externalidades, bienes públicos, poderes monopolísticos y asimetrías de información.



-Nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo-
Mientras seamos capaces de amar solamente a nuestra familia o nación, seremos incapaces de amar a los demás, estamos limitados por los lazos del cariño y de la patria, cuando hayamos roto los lazos de la sangre y nos hayamos afirmando nosotros mismos y nos bastemos, podremos convertirnos en servidores desinteresados de la humanidad, cuando el hombre ha llegado a ese estado, encuentra que ha ganado a todas las familias del mundo, porque todos seran para el sus hermanos, padres, madres, aquienes debe cuidar y ayudar...Todos Somos Uno
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miércoles, 25 de enero de 2012

Mensaje del Abuelo Maya, Marzo Yuk Quetzal, Chiapas 2012.

Mensaje del Abuelo Maya, Marzo Yuk Quetzal, Chiapas 2012.


Si lo creo lo hago, y si lo creemos todos lo podemos hacer todos.
Hoy estamos en un proceso donde lo individual está trascendiendo hacia lo colectivo. Tenemos que verdaderamente creerlo para poder crearlo. Tenemos que ser capaces de afrontar ese reto. Hoy es tiempo de convergencia, donde volvemos todos juntos a converger en una danza cósmica, en una danza telúrica, desde todas las formas de pensamiento y creencias poder despojarnos de toda pretensión, de todos los títulos, de todas esas etiquetas que el ser humano ha ido adquiriendo, y que sólo han estado alimentando más y más su apariencia, su ego, entreteniendo y distrayendo su mente y olvidándose del corazón. Cómo podemos creer, o hacerlo posible, si nos hemos olvidado de la parte más esencial del ser humano que es el corazón. Nos hemos olvidado que nuestro corazón está latiendo, está vibrando al unísono con el corazón de la galaxia.
Es el momento de re-edificar, de re-construir nuestros espacios sagrados, los espacios del alma, los espacios de la conciencia. Es importante estar conscientes de que sólo tenemos un planeta.
Es por eso que sin conciencia no se puede crear. Es por eso que es importante estar conscientes de que una plataforma se está construyendo, una plataforma como un referente para poder trascender, una plataforma donde el hombre y la mujer conscientes puedan dar ese salto cuántico, ese salto multidimensional, que solamente puede ocurrir dentro de su propio ser.
Preparar el camino, pero un camino de luz, un camino de unidad, un camino de amor, un camino de seres verdaderos, un camino con el compromiso de saber que sí podemos, que somos capaces, como agentes transformadores, de llevar a hacer realidad esos cambios tan necesarios, tan imprescindibles en estos días, porque a la violencia no se le puede combatir con la violencia, solamente generando consciencia de amor y respeto a todas las formas de vida seremos capaces de contribuir a esa transformación.
Es tiempo de imaginarnos, de visualizar el nuevo mundo, estamos a las puertas, son las últimas escasas milésimas del último segundo cósmico, y depende ahora sí de nosotros si hemos de llevar el barco a buen puerto o ha de naufragar. Yo diría que la respuesta está en el aire. Y es a través de la decisión que la humanidad sea capaz de elegir, para bien o para mal, y que esperamos sea para bien, y que va a hacer para bien. Y si cada vez hay más seres que crean que es posible, juntos podremos hacerlo realidad. Si lo creemos, lo vamos a hacer.
México es Espíritu. México es la historia de muchos pueblos, es el lugar sagrado por excelencia de grandes culturas, de grandes pueblos que desarrollaron bastos conocimientos. Toda esa historia de la que deberíamos sentirnos verdaderamente orgullosos, porque son las bases de nuestra identidad. Somos parte de un mosaico multicultural. México surge del sueño de hombres y mujeres que se atrevieron a creer que era posible construir un espacio sagrado, un espacio donde se recreara el conocimiento, un espacio donde se construyeran ciudades, un espacio donde floreciera las expresiones más altas del pensamiento humano. Y yo creo que esos hombres y mujeres que se esforzaron al máximo por dejarnos estos legados ancestrales, hoy se sentirían avergonzados, hoy se sentirían realmente tristes de ver lo que hemos hecho de México.¿Por qué nos hemos olvidado de esa grandeza? En dónde dejamos aquellos valores ancestrales, dónde dejamos aquel conocimiento que nos dignificaba como seres verdaderamente conscientes.
No podremos crear nuevas sociedades si los rencores, si los odios siguen prevaleciendo. Es importante que como hermanos dejemos a un lado las diferencias raciales, las diferencias de credos, las diferencias de intolerancia. No vamos a ver sociedades transformadas si no tomamos conciencia de nuestra identidad cósmica, que va más allá de las identidades culturales. Las diferencias tienen que quedar atrás.
Hoy México es una luz de esperanza para el mundo.
Tenemos que volver nuestros ojos hacia los pueblos originarios para recordar que podemos activar los códigos. Los códigos de luz, los códigos del amor, los códigos del conocimiento y los códigos de la creatividad.
Nos damos cuenta que uniendo recursos, valores, principios sagrados, nos damos cuenta que contribuimos de esa forma a evitar que nuestro México se desmembre más de lo que ha estado. Nuestras ceremonias que son de amor, que son de paz, son de vida. nuestras ceremonias son un canto a la vida. Es nuestra mayor ofrenda al pueblo de México. Es decirles que las culturas ancestrales están vivas, y que es un patrimonio de todos los mexicanos. A todos nos gustan los frijoles, las tortillas, el chocolate, toda la gran variedad gastronómica que existe en México y no es más que un reflejo de las bondades de nuestra tierra. Somos inmensamente ricos en recursos, somos inmensamente ricos en cultura, porqué seguir mendigando culturas ajenas, cuando aquí tenemos todos los elementos para construir, si nuestros ancestros construyeron pirámides, pues nosotros podemos seguir construyendo puentes al cielo.
Transcripción de parte de la entrevista a Marzo Yuk Quetzal del Consejo de Ancianos Maya, depositario de la visión de los Mayas de otras dimensiones.

(Marzo fue el orador elegido por las 32 etnias indígenas en la ceremonia del Fuego Nuevo realizada en el Zócalo el día 15 de septiembre del 2010, durante los festejos del Bicentenario de México. Y es parte de las voces de la nueva película de vida, YO LO CREO, a estrenarse en mayo 2012).
yo lo creo




-Nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo-
Mientras seamos capaces de amar solamente a nuestra familia o nación, seremos incapaces de amar a los demás, estamos limitados por los lazos del cariño y de la patria, cuando hayamos roto los lazos de la sangre y nos hayamos afirmando nosotros mismos y nos bastemos, podremos convertirnos en servidores desinteresados de la humanidad, cuando el hombre ha llegado a ese estado, encuentra que ha ganado a todas las familias del mundo, porque todos seran para el sus hermanos, padres, madres, aquienes debe cuidar y ayudar...Todos Somos Uno
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